
Inuyashiki (2018), de Shinsuke Sato
En las historias de superhéroes la base casi siempre es enfrentarse a un villano. Pero muchas veces tienen el añadido (y es cuando más suele interesar) de enfrentarse a cosas cotidianas. Por ejemplo: los primeros amores, sufrir bullying, cuidar de alguien, el racismo, la homofobia y otros tantos más, consiguiendo así que nos identifiquemos o sentir cierta empatía por el/la protagonista. ‘Inuyashiki‘ se centrará en la historia de un currante de mediana edad y sus problemas personales, donde de de un día para otro le convierten en un cyborg. Pero tranquilos, porque el villano de turno no podría faltar.
‘Inuyashiki’: del manga a la pantalla
«La vida de Ichiro Inuyashiki no podría ir peor: injustamente menospreciado por todos y con un cáncer terminal, parece que solo le queda esperar al fin de sus días. Hasta que una noche, una misteriosa luz cae sobre él, lo cura y además lo convierte en un cyborg con capacidades sobrehumanas. Pero su nueva vida se verá comprometida cuando descubra que hay otro individuo con poderes y que sus intenciones no son precisamente buenas.»
‘Inuyashiki‘ está basado en el manga homónimo creado por Oku Hiroya (artífice del también genial ‘Gantz‘), y del cual también hicieron un anime. Condensar esos 10 tomos en 2 horas, no creo que haya sido un trabajo fácil. No he leído el manga, así que no puedo opinar como adaptación, pero según me han dicho, la historia y el reflejo que quería dar el autor, está muy bien tratado.

El director es Shinsuke Sato ya es más que un experto en hacer live action de mangas o animes. En 2010 nos trajo la adaptación de la otra obra de Hiroya, ‘Gantz‘, y salió bastante correcta. Pero su trabajo más destacado es ‘I Am a Hero‘ (basado en el manga homónimo de Kengo Hanazawa), una maravilla loca de zombis, lleno de frikismos y gore, premiada a mejor película por el público y mejores efectos especiales, en Sitges 2015. Ese último premio, también lo ha ganado ‘Inuyashiki’ en Sitges 2018.

Aquí nos trae un ritmo bastante bueno, y la narrativa, saltando entre ambos personajes, también muy acertada. Aunque sí es verdad que notas que nos puede faltar información, sobre todo el origen y el porqué de los poderes. También hecho en falta algunos huecos Shishigami.
‘Inuyashiki’ y la Nueva Carne
Los efectos especiales son más que destacables. Si bien no llega a las grandes producciones de este género de EEUU, hay que reconocer que no tienen nada que envidiar. Lo que más resalto es la imaginería de la tecnología (se nota los diseños de Hiroya), y su integración en el cuerpo humano, me parecieron una maravilla.

Se nota el estilo e influencia del cine de la Nueva Carne. Un género en que su máximo exponente es David Cronenberg, y destacando sin duda ‘Videodrome‘ (1983). Si buscamos en su filmografía, encontramos muchas otras películas donde tecnología y objetos inorgánicos, acaban integradas en el cuerpo humano. Y no podemos olvidar ‘Tetsuo: El hombre de Hierro‘ (1989), de Shinya Tsukamoto, una película de culto de este género y del cyberpunk.

Como extra también podéis añadir algunas películas de David Lynch, en especial ‘Cabeza Borradora‘ (1977), de Clive Baker la geniales ‘Hellraiser‘ (1987) y ‘Razas de Noche‘ (1990), o también ‘Engendro mecánico‘ (1977) de Donald Cammell. Es un cine curioso, donde se mezcla del terror, ciencia ficción, surrealismo, fetichismo, la filosofía y la metafísica.
El asalariado contra el estudiante modelo
‘Inuyashiki’ tiene todo lo que se puede esperar de una historia de superhéroes. La vida previa al incidente con sus problemas personales, la obtención de poderes y como aprenden a usarlos, los caminos que siguen protagonistas y, como no, el enfrentamiento final. Pero también hay mucho más. Refleja lo que está viviendo una sociedad en la que la media de edad es muy alta, y que es difícil costear las pensiones. Donde se ve gente mayor, muy desubicada, en trabajos donde suele estar lleno de jóvenes que buscan promocionarse laboralmente.

Una de sus puntos fuertes, y también triste, es la vida Inuyashiki (Noritake Kinashi), un hombre que por muchos poderes que tenga, su vida familiar y laboral no cambia. Siguen llamándole cobarde en casa, su jefe le humilla, enfermo, y que sigue sin saber enfrentarse a esos problemas. Su forma de ser cambia poco. Aquí no encontramos una frase motivadora que le haga tener más fe en sí mismo, sino que continúa siendo el mismo hombre sencillo, Pero consigue encontrar algo que le llena, y es curar a enfermos desde el anonimato.
Y en la otra cada de la moneda está Shishigami (Takeru Sato), un chaval joven, buen estudiante, casi un idol, pero que el hecho de tener ese poder, y muchas circunstancias, su moral empieza a desviarse. Desde matar por defensa propia o cuidar a alguien, a una matanza por venganza pura y dura. Como curiosidad: Shishigami es una alteración del nombre Shinigami, que significa Dios de la Muerte.

Las actuaciones de ambos son muy notables. Por un lado tenemos a Noritake Kinashi como Inuyashiki. Un actor de comedia que ha triunfado en la televisión en programas de variedades. Aquí consigue crear un personaje creíble y muy entrañable, con una evolución genial. Y como el villano Shishigami, tenemos a Takeru Sato, que algunos le hemos visto en las películas de ‘Kenshin‘ y conocido casi siempre por interpretar a héroes. En cambio aquí, le vemos como un villano frío y despiadado.
Conclusión
VALORACION: 8
Para mí ha sido una sorpresa. Los animes y mangas es algo que veo difícil de adaptar, y aquí lo han conseguido bastante bien. ‘Inuyahiki‘ es muy entretenida, cuenta con un buen guion, ritmo y con dosis de acción. Lo malo que a veces noto falta de información, pero nada que pueda molestar para el desarrollo.
Así que si te gusta la ciencia ficción, superhéroes, el manga y los animes, esta película no te va a defraudar.
Ficha técnica
- Título original: Inuyashiki
- Año: 2018
- Duración: 127 min
- País: Japón
- Director: Shinsuke Sato
- Guión: Hiroshi Hashimoto (Basado en el manga homónimo de Hiroya Oku)
- Reparto: Noritake Kinashi, Takeru Sato, Fumi, Nikaidou, Yusuke Iseya.
- Música: Yutaka Yamada
- Fotografía: Taro Kawazu