
Die Bad (2000), de Ryoo Seung-wan
«A través de una narración episódica, ‘Die Bad’ trata la relación entre dos compañeros del instituto y las trágicas consecuencias de su amistad tras un desafortunado homicidio. Por ayudar al otro, uno de ellos pasará un tiempo en la cárcel y al salir se vinculará con un peligroso hombre del hampa.»
Die Bad: una declaración de intenciones
Si me dijeran que eligiera al mejor director de acción de Corea del Sur, sin duda sería Ryoo Seung-wan. ‘No Blood No Tears’ ‘Arahan’, ‘Crying Fist’, ‘The City of Violence’, ‘The Berlin File’, ‘Por encima de la ley’… son algunos ejemplos de cómo ha sabido alternar el cine de autor con el blockbuster, y sin renunciar a su estilo único. Un director que ya se ha colocado entre mis favoritos del país asiático.

‘Die Bad’ fue su ópera prima y era una clara declaración de intenciones. Seung-wan ya había hecho algún cortometraje y trabajado como asistente de director, incluso junto a Park Chan-wook (‘Oldboy’, ‘JSA’, ‘The Handmaiden’, ‘Sympathy for Mr. Vengeance’), que se convirtió en su mentor. Poco después, dirigió el cortometraje ‘Rumble’, con el que ganó el premio a Mejor Cortometraje de Busan en 1998.
Gracias a ese cortometraje consiguió algo más de presupuesto para que lo transformara en película. Así surgió ‘Die Bad’. El primer segmento de la película, ‘Rumble’, es precisamente ese corto.

Con esta oportunidad, y un dinero algo justo, Seung-wan quiso demostrar que era un buen director, que podía sorprender, y que podía hacer diferentes géneros y narraciones. Todo con un estilo visual propio muy dinámico. Veremos desde primeros planos, a planos en picado, en primera persona, o el uso del blanco y negro, habrá peleas que parecen sacadas del ‘Virtua Fighter‘ o también con grandes multitudes, entrevistas a policías que parece sacado de un documental, incómodas cenas familiares, fantasmas… Un poco de todo. Ya sea mezclado, o por separado.
El descenso a la vida criminal
Ryoo Seung-wan divide la historia de la caída de unos jóvenes al mundo criminal, en cuatro segmentos. Uno de los protagonistas, Sung-bin (Park Sung-bin), acaba en la cárcel por matar a un chaval en una pelea de bar. El otro, Suk-hwan (Ryoo Seung-wan), acabará siendo policía. Además de las diferentes tramas y los caminos que han seguido estos personajes, me gustó que cada episodio estuviera contado de una manera muy diferente, consiguiendo que cada uno de ellos pareciera de un género distinto.

Las escenas de acción son bastante buenas, y tiene gran mérito teniendo en cuenta que Ryoo Seung-wan, además de dirigir y actuar, hizo la coreografía de éstas, y teniendo un presupuesto tan ajustado. Ya en el primer capítulo, ‘Rumble’, te mete de lleno en la propia pelea, casi pegado a los personajes, y de una forma muy dinámica. Una coreografía visual que todavía estaba por madurar (para eso hay que ver las magnífica ‘The City of Violence’ o ‘Por encima de la ley‘), pero donde ya mostraba un buen dominio con el movimiento de cámara, un curioso uso de planos y encuadres, y un buen ritmo.
Pero no se queda sólo en escenas de peleas entre jóvenes. En segundo segmento, ‘Nightmare’, vemos cómo Sung-bin quiere dejar atrás su pasado y llevar una vida normal. Pero, por casualidades de la vida, acabará de lleno en el mundo criminal. Aquí, además del drama familiar y juvenil, nos encontramos con elementos de terror, con apariciones fantasmales que reflejan la culpabilidad de Sung-bin. También incluye alguna escena de acción, y el inicio de Sung-bin en el mundo del hampa, con un ligero aire de neo-noir.

‘Modern Man’, el tercer segmento, te deja descolocado. Allí veremos cómo entrevistan a dos personajes, como si fuera un reportaje o documental. Uno de los entrevistados será Suk-hwan, que ya es policía y nos explica por qué eligió esa profesión, y a qué aspira. También habrá una entrevista a Kim Tae-hoon, que era amigo de Sung-bin, y que también es un criminal, que nos cuenta cómo es su vida en una banda. Y no sólo eso, se intercalará una larga pelea entre ambos en un parking, como si fuera el ‘Street Fighter’. Una locura muy sorprendente.
En el último segmento, ‘Die Bad’, veremos que Sung-bin ha escalado posiciones en la banda, y donde se aproxima su encuentro con su antiguo amigo, ahora policía, Suk-hwan. Además, veremos una increíble batalla campal entre dos bandas criminales. Estamos hablando de una pelea multitudinaria de unas 40 personas, luchando a puño limpio o con armas cuerpo a cuerpo, y bastante violenta. Una coreografía genial, preparada por el propio Ryoo Seung-wan, y con una narración y dirección brillantes.

Pero en medio de toda esta acción, y experimentación de los géneros, Ryoo Seung-wan quería mostrar parte de las inquietudes de los jóvenes coreanos (y de cualquier adolescente), que todavía no saben que camino elegir en su vida y que veían un futuro incierto.
Aunque no sea autobiográfica, quizá refleja algo de la dura juventud que tuvo eel director. Al quedarse huérfano muy joven, tuvo que trabajar mucho para mantener a su familia, y además pagarse los estudios de cine. Desde luego tiene toda mi admiración en todos los aspectos.
Conclusión
VALORACIÓN: 8,5
‘Die Bad’ es un gran debut. Seung-wan demostró que podía hacer 4 tipos de cine y géneros: Una película de artes marciales, una de gángsters, un documental, e incluso con elementos de terror. Y usando todo tipo de mezclas de estilos, muy apropiados para esta película.
Aunque haya evolucionado mucho desde esta película, hasta el summun de cine de acción surcoreano y la perfección de su estilo en ‘The City of Violence’, en su ópera prima dejó claro que sabía dirigir y sorprender. Y además no ha renunciado a un estilo propio que, desde entonces, sólo ha ido mejorándolo y puliendo.
Ficha técnica
- Título original: Jukgeona hokeun nabbeugeona
- Año: 2000
- Duración: 95 min.
- País: Corea del Sur
- Director: Ryoo Seung-wan
- Guión: Ryoo Seung-wan
- Reparto: Park Seong-bin, Ryu Seung-bom, Bae Jung-shik, Ryoo Seung-wan
- Música: Kim Dong-kyu, Kim Sung-hyun
- Fotografía: Cho Yong-kyo, Choi Young-hwan